¿Las pequeñas cosas?
¿Los pequeños momentos?
No son tan pequeños.
Jon Kabat-Zinn
He tenido la ocasión hace poco de vivir en primera persona
“el poder de lo obvio” y por extraño que resulte, lo he disfrutado muchísimo
más de lo que yo creía: tanto del hecho de descubrirlo, como de reconocerme en
él.
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Hace tiempo que tenía ganas de tener un paréntesis en mi
vida profesional y éste es el año, no por abandonar mis proyectos, todo lo
contrario, por darle más fuerza y empaque, aunque hasta hace bien poco,
desconocía el cómo hacerlo: empezar un nuevo camino siempre da vértigo, pero es
más gratificante si lo haces desde el convencimiento de la plenitud, y eso es
justamente, lo que te puede dar lo obvio, o dicho de otra forma, los pequeños
momentos.
Podría hacer una oda personal de todo ello, pero no
desviemos la atención y centremos el foco en la actividad profesional
individual, es ahí donde sin duda, las pequeñas cosas ayudan y fomentan la
participación y el desarrollo profesional, así que hago un alegato sincero a la
diversidad y la gratitud, a la forma de entender el mundo sin prisas y sin
presiones: sin sentir cada mañana, cada tarde y/o cada noche el vértigo de las
prisas, de conversaciones inacabadas y de la sensación de momentos perdidos.
Este mes reconozco una formación de motivación y de trabajo
en equipo, y es curioso el cambio de paradigma en el que al prepararla me
descubro: voy a trabajar desde el mindfulness y el coaching, herramientas ambas
tan denostadas como posiblemente poco comprendidas aunque en ambos casos tienen
su público, y sobre todo, sus defensores, pero que pocas personas en su día a
día practican o utilizan: en unos casos por desconocimiento, en otros por miedo
a las respuestas o a la ausencia de respuesta que pueden encontrar.
Herramientas ambas que deberían ser obligatorias, no sólo
en el ámbito de la formación sino también de cualquier actividad profesional
para un completo equilibrio de la persona, porque no hay trabajador que se
precie que no se acompañe de sus miserias personales, ni persona por feliz que
sea con su familia que no añore una actividad profesional plena.
Privilegiada como me siento por momentos, para volver a
iniciar temporada no se me ocurría mejor forma de hacerlo que desde éste
pequeño homenaje a lo obvio, a lo pequeño, y especialmente, a lo grande que
hacen mis días tantas pequeñas cosas y momentos.
Feliz semana,
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