La colaboración indirecta, la
auto-organización, el mimetismo adaptativo y la diversidad de información son
los pilares básicos para cualquier ecosistema que funcione de forma
inteligente.
Si los individuos que forman un
grupo son inducidos a realizar pequeños cambios en una estructura compartida
que inspire al resto de individuos a seguir mejorándola, dicha estructura
pasará a tener un rol activo en el proceso creativo, lo que puede conllevar
muchas posibilidades nuevas en las formas colectivas de compartir información y
resolver problemas.
Esta afirmación que puede parecer
etérea, algo abstracta o utópica adquiere un significado especialmente
revelador si la ilustramos con ejemplos que ocurren en la naturaleza:
·
Si observamos una colonia de hormigas, se
comprende la forma en que un gran número de individuos sin supervisión puede
llevar a cabo tareas complejas siguiendo reglas básicas cada vez que se
encuentran e interactúan ya que distribuye la solución de problemas entre un
gran número de individuos asignando sus recursos de forma eficiente; la hormiga
individualmente no es inteligente, la colonia si y no organiza el trabajo como
cabría esperar de un cerebro humano, sino que lo hacen a través del contacto:
todas ellas siguen una cadena de feromonas que reconocen, y si el contacto del
rastro falla, se detiene la comunicación y el grupo entiende que deben volver
al hormiguero antes de que el peligro les alcance inevitablemente.
Son capaces de auto-organizarse para
adaptarse a los cambios de su entorno
·
En cualquier enjambre de abejas se toman
decisiones correctas de forma fiable y ágil buscando el amparo de una cierta
diversidad de conocimiento y perspectiva entre sus miembros, lo que alienta una
competencia cordial de ideas y restringen sus opciones con mecanismos como
puede ser el voto, por lo que en el proceso de deliberación se aprovecha la
sabiduría colectiva y ayuda a las comunidades a constituir reservas intangibles
de confianza a las que poder recurrir en momentos difíciles; claramente se
observa esta paradoja cuando el enjambre debe buscar un nuevo hogar, y las
exploradoras salen a ejercer su trabajo y la forma en que el colectivo se
decanta por una u otra ubicación, de forma mayoritaria, habiendo estudiado los
enclaves de manera individual para conocer los pros y los contra y no dejarse
influenciar por los “rumores”.
Se ha desarrollado un sistema que no sólo
ajusta a la perfección las extraordinarias habilidades cooperativas y de
comunicación, sino que también compensa la tendencia a ser impredecible que
tienen.
·
Los montículos de las termitas, esas estructuras
puntiagudas que representan una de las hazañas arquitectónicas más sofisticadas
de la naturaleza, cuyo exterior actúa como coraza para proteger el interior de
las vicisitudes climatológicas y a los individuos de los ataques de sus
enemigos sean naturales o accidentales y cuyo interior está lleno de
habitáculos para todos sus componentes y las provisiones, nos hacen apreciar
cómo incluso las pequeñas contribuciones a un proyecto común pueden crear algo
útil y admirable cuando un gran número de individuos aúnan sus esfuerzos.(si
estuviesen construidos a escala humana serían casi 5 veces mayores que la Gran
Pirámide)
Los seres humanos, sea para bien o para mal
no nos comportamos de igual manera, estamos a medio camino entre pertenecer a
una comunidad y maximizar nuestro bienestar personal, y necesitamos algo más que nuestros instintos
naturales para avanzar hacia objetivos comunes: contratos, tasas, normas sociales
en definitiva que nos ayuden a superar las divergencias entre el interés
individual percibido y un acuerdo colectivo mucho más amplio…
Los colectivos que nos encontramos en la
naturaleza nos enseñan dos lecciones:
1.
Trabajando juntos en grupos, nosotros también
podemos reducir el impacto de la incertidumbre, de la complejidad y el cambio:
en gran parte, depende de que queremos conseguir y como nos estructuramos.
2.
Como miembros de esos grupos, no debemos
rendirnos a nuestra individualidad; en la naturaleza, una buena toma de
decisiones surge tanto de la competencia y el compromiso como del desacuerdo y
el consenso…
Cada uno de nosotros aportamos
valor a un equipo u organización con algo auténtico y original, algo que nos
caracteriza como individuo único en habilidad y experiencia y no de copiar a
los demás, aprovechar la ventaja frente al más débil, o ignorar nuestros
mejores instintos.
En algunas ocasiones también
implica pagar por la parte que nos toca, sacrificarnos por el bien común o
aceptar la forma en que salen las cosas o perseguir lo que creemos y presionar
por una causa, o negarnos a seguir a la multitud, pero en cualquier caso, la
mejor forma de servir al grupo es manteniendo la confianza ya que en el
complejo mundo de las relaciones humanas, nunca sabes cómo van a salir las cosas.
Nos resulta difícil entender los
complejos sistemas de los que formamos parte, pero no por ello debemos caer en
la tentación de rendirnos, limitarnos a imitar a otros y dejar pasar la
oportunidad de admirar todo aquello que nos resulte hermoso, o de no aplaudir
actuaciones que nos resulten insípidas…
¿te atreves a ser tú mismo y
sumar al ecosistema social inteligente? ;)
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