Si no tuviera ya una actividad empresarial ¿la iniciaría a
día de hoy?
Y si la respuesta fuese no, ¿qué haría al respecto?
Peter Drucker a Jack Welch
Creo que hay pocas cosas más motivadoras que ver una
organización joven, una persona o un grupo que cambian las reglas de juego en
su campo: una start-up que redefine un sector o una marca desafiante que
consigue redefinir el mercado pero la realidad demuestra que es mucho más
frecuente ver como una empresa consolidada lucha por recuperar su posición de
dominio, o en muchos casos, por mantenerse en el juego de mercado en esta nueva
era ya que pese a las muchas palabras de aliento y los presupuestos elevados
destinados a tal fin, es muy compleja la tarea de llevar a cabo un cambio
profundamente arraigado y sostenible en el tiempo, por causas muy variadas aunque
principalmente por lo complejo que resulta que las personas que forman parte de
la organización entiendan y asuman ese cambio con la rapidez y la integración
que el momento requiere.
Un estudio llega a afirmar que un 70% de los casos en que
era totalmente necesario hacer cambios han fracasado, o bien, los cambios han
llegado a cabo tarde con una gran frustración, desgaste, y superando el
presupuesto asignado para ello mientras en un 10% de los casos se consiguen
unos resultados mejores que los esperados. ¿por qué?
Vivimos una época disruptiva, de brusca ruptura con todo lo
anterior y no puedes conformarte con hacer las cosas “un poco mejor” que los
demás, o “algo diferente” a como lo hacías en el pasado; en la actualidad las
organizaciones se esfuerzan por redefinir las condiciones de la competencia,
adoptando ideas únicas en la era del “yo también” con el fin de ser capaz de
responder una pregunta clave en momentos tan confusos como el actual: ¿Qué ves
que otras organizaciones no ven? Y una
buena respuesta a esta pregunta consigue posicionar delante a los mejor
preparados para la época actual.
Todos hemos experimentado alguna vez la sensación de estar
en un sitio nuevo en el que hemos estado con anterioridad, y lo que en la
actualidad se requiere es justamente la otra cara de esta moneda; ser capaces
de sentirnos como si no hubiésemos trabajado nunca en un sector y con esa
visión fresca y nueva, desarrollar una visión diferente sobre el futuro.
Las personas mejor preparadas para afrontar esta época de
cambio son las capaces de aplicar esta experiencia en épocas difíciles dando un
nuevo enfoque a la interpretación de las organizaciones de las situaciones, y
como planificar el futuro, aunque en muchos casos el mero hecho de redescubrir
y reinterpretar el pasado genera la claridad y confianza necesarias para
diseñar el futuro ya que genera una fuente de fortaleza incomparable como base
de la sensación de tener una finalidad que no pueden copiar los nuevos, reserva
de experiencia profesional cuyo valor aumenta ante situaciones difíciles, motor
de conocimiento, y recordatorio de pilares fundamentales, que no pasan de moda.
El procedimiento es al mismo tiempo un método, una forma de
pensar y un estado de ánimo; hay que cuestionarse las cosas, romper con lo que
se ha hecho hasta la fecha y rechazar lo convencional: es un sistema para
aquellos que odian los sistemas, un método que fomenta la perspectiva inversa.
Los días de disrupción sientan las bases para realizar
cambios radicales en la estrategia, el desarrollo de producto y el marketing, y
uno de los ejercicios reveladores del proceso es visitar el pasado , para
desechar prácticas y también para poner de manifiesto virtudes que deben
renacer para rejuvenecer la marca e infundir una nueva razón de ser.
Muchas de las transformaciones más sorprendentes se generan
por personas capaces de ser tan visionarios como para gestar a partes iguales
entornos conservadores y revolucionarios, con perspectivas frescas de los
problemas de sus organizaciones y al mismo tiempo un plan de reforma de gran
alcance, apreciando y reconociendo las ideas y experiencia que en un momento
dado han conseguido hacer fuerte a su organización: celosos defensores de los
cambios estratégicos y estructurales y a la vez meticulosos administradores de
la historia y tradición.
Es evidente que una de las razones más importantes del fracaso de muchos de los programas de cambio es que al concentrarse casi en exclusiva en lo que está mal en la organización, e importar estrategias externas obsesionadas con lo nuevo, se infravalora lo bueno de la empresa y se pasan por alto estrategias propias basadas en la experiencia y lecciones del pasado.
Lo expresó Bill Clinton en uno de sus discursos: "A Estados Unidos no le pasa nada malo que no se pueda curar con lo que Estados Unidos tiene de bueno" y esto es aplicable no solo a su nación sino también a cualquiera de las organizaciones así que no tardes en comprobar como puedes aplicar estas implicaciones para el cambio en la tuya.
Es evidente que una de las razones más importantes del fracaso de muchos de los programas de cambio es que al concentrarse casi en exclusiva en lo que está mal en la organización, e importar estrategias externas obsesionadas con lo nuevo, se infravalora lo bueno de la empresa y se pasan por alto estrategias propias basadas en la experiencia y lecciones del pasado.
Lo expresó Bill Clinton en uno de sus discursos: "A Estados Unidos no le pasa nada malo que no se pueda curar con lo que Estados Unidos tiene de bueno" y esto es aplicable no solo a su nación sino también a cualquiera de las organizaciones así que no tardes en comprobar como puedes aplicar estas implicaciones para el cambio en la tuya.
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