14 de noviembre de 2013

Motivos para mirar al pasado y ser disruptivos

Si no tuviera ya una actividad empresarial ¿la iniciaría a día de hoy?
Y si la respuesta fuese no, ¿qué haría al respecto?
Peter Drucker a Jack Welch

Creo que hay pocas cosas más motivadoras que ver una organización joven, una persona o un grupo que cambian las reglas de juego en su campo: una start-up que redefine un sector o una marca desafiante que consigue redefinir el mercado pero la realidad demuestra que es mucho más frecuente ver como una empresa consolidada lucha por recuperar su posición de dominio, o en muchos casos, por mantenerse en el juego de mercado en esta nueva era ya que pese a las muchas palabras de aliento y los presupuestos elevados destinados a tal fin, es muy compleja la tarea de llevar a cabo un cambio profundamente arraigado y sostenible en el tiempo, por causas muy variadas aunque principalmente por lo complejo que resulta que las personas que forman parte de la organización entiendan y asuman ese cambio con la rapidez y la integración que el momento requiere.

Un estudio llega a afirmar que un 70% de los casos en que era totalmente necesario hacer cambios han fracasado, o bien, los cambios han llegado a cabo tarde con una gran frustración, desgaste, y superando el presupuesto asignado para ello mientras en un 10% de los casos se consiguen unos resultados mejores que los esperados. ¿por qué?




Vivimos una época disruptiva, de brusca ruptura con todo lo anterior y no puedes conformarte con hacer las cosas “un poco mejor” que los demás, o “algo diferente” a como lo hacías en el pasado; en la actualidad las organizaciones se esfuerzan por redefinir las condiciones de la competencia, adoptando ideas únicas en la era del “yo también” con el fin de ser capaz de responder una pregunta clave en momentos tan confusos como el actual: ¿Qué ves que otras organizaciones no ven? Y  una buena respuesta a esta pregunta consigue posicionar delante a los mejor preparados para la época actual.

Todos hemos experimentado alguna vez la sensación de estar en un sitio nuevo en el que hemos estado con anterioridad, y lo que en la actualidad se requiere es justamente la otra cara de esta moneda; ser capaces de sentirnos como si no hubiésemos trabajado nunca en un sector y con esa visión fresca y nueva, desarrollar una visión diferente sobre el futuro.

Las personas mejor preparadas para afrontar esta época de cambio son las capaces de aplicar esta experiencia en épocas difíciles dando un nuevo enfoque a la interpretación de las organizaciones de las situaciones, y como planificar el futuro, aunque en muchos casos el mero hecho de redescubrir y reinterpretar el pasado genera la claridad y confianza necesarias para diseñar el futuro ya que genera una fuente de fortaleza incomparable como base de la sensación de tener una finalidad que no pueden copiar los nuevos, reserva de experiencia profesional cuyo valor aumenta ante situaciones difíciles, motor de conocimiento, y recordatorio de pilares fundamentales, que no pasan de moda.

El procedimiento es al mismo tiempo un método, una forma de pensar y un estado de ánimo; hay que cuestionarse las cosas, romper con lo que se ha hecho hasta la fecha y rechazar lo convencional: es un sistema para aquellos que odian los sistemas, un método que fomenta la perspectiva inversa.

Los días de disrupción sientan las bases para realizar cambios radicales en la estrategia, el desarrollo de producto y el marketing, y uno de los ejercicios reveladores del proceso es visitar el pasado , para desechar prácticas y también para poner de manifiesto virtudes que deben renacer para rejuvenecer la marca e infundir una nueva razón de ser.

Muchas de las transformaciones más sorprendentes se generan por personas capaces de ser tan visionarios como para gestar a partes iguales entornos conservadores y revolucionarios, con perspectivas frescas de los problemas de sus organizaciones y al mismo tiempo un plan de reforma de gran alcance, apreciando y reconociendo las ideas y experiencia que en un momento dado han conseguido hacer fuerte a su organización: celosos defensores de los cambios estratégicos y estructurales y a la vez meticulosos administradores de la historia y tradición.

Es evidente que una de las razones más importantes del fracaso de muchos de los programas de cambio es que al concentrarse casi en exclusiva en lo que está mal en la organización, e importar estrategias externas obsesionadas con lo nuevo, se infravalora lo bueno de la empresa y se pasan por alto estrategias propias basadas en la experiencia y lecciones del pasado.

Lo expresó Bill Clinton en uno de sus discursos: "A Estados Unidos no le pasa nada malo que no se pueda curar con lo que Estados Unidos tiene de bueno" y esto es aplicable no solo a su nación sino también a cualquiera de las organizaciones así que no tardes en comprobar como puedes aplicar estas implicaciones para el cambio en la tuya.





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