Existen muchas investigaciones que marcan diferencias respecto
a la motivación personal, y en concreto
sobre la motivación de pertenencia del ser humano, que se centra en la
tendencia a entregarse a los demás, algunos necesitamos ser más desconfiados y
otros, necesitamos tener una gran fe en nuestros congéneres.
Según Silvan Tomkins existen 2 tipos de personalidades que
marcan la diferencia respecto a la motivación de pertenencia:
Los normativos, que tienden a pensar que los demás seres
humanos son peligrosos y van a interferir negativamente en su estado vital y
debido a ello controlan sus sentimientos ya que sienten que manifestarse es
peligroso porque los demás pueden usarlo en su contra.
Son desconfiados cuando
conocen a una persona nueva y consideran que enfatizar el aspecto altruista de
las relaciones es casi demagógico, entendiendo como normal estar en continua
alerta, nunca confían y hacen alarde de la premisa "se puede confiar en
las malas personas, no cambian jamás"
Los humanistas, que son
aquellas personas que creen que los seres humanos son habitualmente honestos,
que van a ser por lo general, muy positivos para su propio desarrollo;
entienden que la expresión de emociones es bueno, ayuda al bienestar y de
hecho, se dejan llevar en muchas ocasiones por sus sentimientos.
Son
empáticos, se preocupan por los problemas del prójimo ya que consideran que la mayoría
de personas se comportan en una forma semejante a ellos, y tienden a atribuir
intenciones benévolas a quienes les rodean, y por ello tienen una actitud
conciliadora en los conflictos.
Las personas que no tienen motivación de pertenencia,
tienden a elegir ambientes donde la traición es frecuente (viven rodeados de
tiburones) mientras aquellos que si necesitan sentirse parte de un todo acaban
formando su propio mundo a medida, siempre con personas que responden a su
necesidad de afecto, que le son leales y les facilitan así su vida, generando
en ambos casos un mayor refuerzo de sus creencias previas en cualquiera de los
sentidos.
Hoy en día vivimos el paso de culturas colectivistas a una
sociedad donde triunfa el individualismo, aunque cooperativo por la necesidad
de supervivencia y adaptación a la nueva realidad si nos ceñimos al ámbito
laboral.
Alguna de las ventajas de tener un elevado sentimiento de
pertenencia es que siempre tendrás una red de apoyo emocional para salir de
algunos problemas emocionales, esta misma red nos hace más tolerante a
los fracasos, y nos permite alcanzar en mejores condiciones nuestra plenitud vital.
Asimismo, si nos centramos en el ámbito laboral, las
personas que tienen una elevada motivación de pertenencia se encontrarán muy
cómodos en los ambientes en que el networking sea esencial, y en la actualidad, lo son todos.
Adicionalmente, si en los grupos de trabajo existe un buen
clima laboral, afrontan retos que de forma individual sus miembros no se
atreverían a desarrollar, ya que en grupo las personas son capaces de creer con
más intensidad y de manera que los miedos propios se queden apegados al mundo
de lo inverosímil para dejar paso en exclusiva a la capacidad de desarrollar
con éxito cualquier proyecto que se planteen.
Nuestra necesidad de afiliación nos provoca de forma
inevitable, el riesgos de anularnos para ser lo que otros esperan de nosotros,
que está muy presente en los ambientes más individualistas, donde la confianza
se genera por un "estudio de reputación" de la persona con la que
interactuamos, ya que las referencias de conocidos ya no son modelos válidos al
tratar con un entorno globalizado, y por otra parte, ante un conflicto, esa
misma necesidad de afiliación intentará buscar aplacar a la otra parte, con
decisiones que no escatimen el bienestar del grupo.
Por todo ello, es importante relativizar los elogios y las
críticas, y atendiendo a un clásico como Schopenhauer tener presente y no caer
en
"la triste esclavitud de estar sometidos a la opinión
ajena"
Entonces... ¿Es preferible el temperamento "humanista"? No sé si entendí...
ResponderEliminarHola Simón,
EliminarSolo pretendo dejar la reflexión, no adoctrinar, por tanto no soy quien para decir "lo que es mejor", pero desde luego en la actualidad resulta útil tener un elevado grado de esta vertiente para ser capaz de colaborar, aprender, ser capaz de mejorar o encontrar nuevas utilidades o formas a lo que nos encontramos en el camino, esto es, para la tan necesaria innovación...
No se si me explico... ;)