Se puede confirmar que una estrategia de negocio es la que
desarrollan las personas que forman la empresa, esto es, no existe estrategia
sin personas, depende de ellas: aunque la alta dirección se empeñe en crear la
mejor de las estrategias, si la estructura de la organización no tiene el
talento requerido para desarrollarla el camino a seguir será errático.
Dirigir una organización es dirigir personas ya que estas
son el centro de cualquier actividad y los altos directivos, aquellos que
realmente son exitosos y sea cual sea el sector en que se desenvuelven, dedican
una parte importante de su tiempo a ellas: son entrenadores, conocen
prácticamente toda la organización, se preocupan por las evaluaciones y planes
de estudios... saben que en el fondo la estrategia de la empresa es la
estrategia para sus equipos, y claro ejemplo son las grandes compañías de éxito
sostenido en el tiempo siguiendo esta línea de dedicación de tiempo y recursos
a ellas.
¿en qué fallan las empresas en general respecto a sus colaboradores?
Algunas de las líneas maestras del pensamiento en la dirección que luego no se
reflejan en el día a día de los colaboradores son:
1.- El capital intelectual es lo más importante. La mayoría
de empresas hoy en día confirman esta aseveración a diario, pero no lo creen en
su mayoría, y desde luego, no aplican políticas en consecuencia, de hecho, se
sigue hablando de recursos humanos, de contratar mano de obra... expresiones
que detentan la afirmación clásica de que "necesito tus manos, no tu intelecto"
en vez de preocuparse por darles lo mejor, desarrollando sus capacidades y
haciéndoles participar de responsabilidades crecientes y acordes a su talento.
2.- Tenemos un área de recursos humanos de primera. Ya he
mencionado que las personas no pueden ser recursos, no son máquinas, no son
capital... forman parte de la estrategia y son su fuerza y principal ventaja
competitiva, aunque a nivel departamental todavía esté muy verde en su grado de
desarrollo de políticas que trasciendan a la gestión y administración; se sigue
percibiendo una función que supone un gasto, no un beneficio también motivado
en parte por la dificultad de cuantificar sus logros de una manera sencilla y
tangible... Aún queda un largo camino hasta poder cuantificar el retorno de la
inversión, establecer sistemas para retener el talento, que afecten
directamente al clima, la productividad y la cuenta de resultados.
3.- La garantía de
éxito es contratar a los mejores. El éxito se logra cuando personas ordinarias,
entiendo este término como "uno más", logran resultados
extraordinarios: tener a tu lado a una persona apasionada por la organización y
el proyecto, los resultados son mucho más seguros que jugándotelo a "un
número uno" que no tiene por qué encajar en el equipo, y si hay que elegir
recuerda " si quieres llegar rápido ve solo, pero si quieres llegar lejos
ve en equipo" ya que el potencial es más valioso en el largo plazo que la
experiencia.
4.- La puerta del despacho siempre está abierto para todos.
La empresa es una comunidad de personas, no tienen dueño aunque muchos se
empeñen en actuar como caciques en su cortijo... La función de la persona que
gestiona equipos también es darse una vuelta por su empresa, hablar con el
equipo, saber cómo están las personas y en que les puede ayudar para
desarrollar sus funciones de una forma más eficiente, como pueden mejorarlo y
hay que saber guardar las formas y evitar las malas respuestas, ya que la
comunicación se logra con la implantación de una estrategia común y muchos
problemas se evitan si existe una buena comunicación, esto es, una política
real de puertas de despacho abiertas que mejorará el clima, el bienestar y
también la productividad de la persona y por ende, de la organización.
5.- Nos sobra gente con talento. Hoy en día el talento es
cada vez más escaso, y la media de edad de los trabajadores no deja de
aumentar, sumado a que al estar en época de crisis muchas organizaciones
reducen plantilla o turnos, en no muchos años tendrán graves problemas para
cubrir puestos clave, así que deben gestionar 2 tipos de riesgos: la pérdida de
capacidades y conocimientos cuando los
mayores se jubilan y la pérdida de productividad por el envejecimiento
generacional.
Estos 5 puntos me llevan a reiterar la conclusión de que el taylorismo aplicado a
la productividad tiene cada vez menos sentido en la organización realmente
actual, de la gestión del talento, ya
que la gestión a través de números como tal ha pasado a la historia y esta
época lo que demanda es una gestión desde las personas, esto es, humana.
Todo lo demás, son palabras... y todos sabemos lo que ocurre
con ellas cuando llega el viento.
Más que importante. Ahora a ponerle el cascabel al gato
ResponderEliminarPor supuesto!!! en eso estamos todos, no? y el que no, ya está tardando Mari Paz!! feliz fin de semana...
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